Los labios menores también son sensibles y pueden hincharse durante la excitación sexual. Se localizan dentro de los labios mayores y van de la capucha del clítoris hasta debajo de la vagina rodeando los orificios de la vagina y la uretra. El orificio de la vagina recibe el nombre de introito y la zona con forma de media luna que se encuentra tras ese orificio se conoce como horquilla vulvar. A través de diminutos conductos que están situados junto al introito, las glándulas de Bartholin, cuando son estimuladas, secretan un flujo (moco) que lubrica la vagina durante el sexo.
Pueden variar de un color rosado a un café oscuro, según el color de la piel de la mujer. Igual que los pezones, los labios menores pueden cambiar de color cuando la mujer madura. Algunas veces sobresalen entre los labios mayores, y pueden ser arrugados o lisos.
El clítoris está ubicado debajo del punto donde los labios menores se encuentran. La cabeza, o glande, del clítoris puede aparecer más pequeña que un guisante, o ser más grande que la punta de un dedo. Pero solamente la punta del clítoris se puede ver arriba de la vulva, en los pliegues suaves donde los labios se encuentran, bajo la piel de la capucha del clítoris.
El resto del cuerpo esponjoso del clítoris, más de 9 cm, se encuentra escondido dentro del cuerpo. Este órgano tiene medidas diversas, y puede también tener distintos grados de sensibilidad. Igual que el pene, el clítoris se pone rígido y se hincha durante la excitación sexual. El fin del clítoris es únicamente proporcionar placer sexual para la mujer. Para este propósito tiene unas 8.000 terminales nerviosas, dos veces más que el falo de un hombre. A diferencia del pene o de la vagina, el clítoris no tiene un papel importante en el coito o en la reproducción.
Durante la pubertad, la vagina comienza a producir una secreción que puede ser incolora o blanca: la leucorrea. De esta forma, la vulva se limpia a sí misma: las secreciones expulsan los gérmenes y otras sustancias indeseables cuando se está ovulando.
En la excitación sexual, la vagina produce una secreción transparente, considerada un lubricante natural.
En una mujer saludable, por lo general, el olor natural de su vulva no es desagradable. Si lo es, puede indicar algún desequilibrio, siendo recomendable el consejo ginecológico, pues puede ser señal de una infección vaginal, o incluso de una enfermedad de transmisión sexual que se deba tratar inmediatamente.
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